lunes, 1 de abril de 2019

Iago Aspas cimienta su monumento.



- Es el grito de todo el celtismo, incluso de muchos ex-jugadores y el mayor honor que se le puede rendir al Real Club Celta de Vigo como club. Muchos han sido los futbolistas que marcaron épocas en el equipo vigués: Polo, Nolete, Hermidita, Manolo, Vlado Gudelj, Mostovoi... Casi todos ellos piden el merecidísimo tributo al crack de Moaña, al que todos consideran una deidad y el gran estandarte del Celta: Iago Aspas.

Ya lo dice la camiseta de entrenamiento de Fran Escribá (FE). Sus siglas nos señalan lo que hay que sentir cuando vemos a Iago Aspas, una fe absoluta. Jesús resucitó al tercer día, lo del Dios celeste fue más meritorio, pues resucitó al cuarto mes y con ello resucitó club y afición.

Solo hay que verle, solo hay que escucharle. Sus lágrimas indican un sentimiento puro e intenso que solo el color celeste puede ofrecer. El jugador despeja balones cuando es delantero, pues evita sentirse protagonista repartiendo méritos a sus compañeros y a la afición.
Nos habla de sus hijos, su mujer, sus padres, sus suegros, sus amigos. Con él todos somos familia, su familia celtiña. El traslada ese orgullo a los demás y todos cambian con su presencia. Sus abatidos compañeros se vuelven guerreros, y una afición deprimida vibra de repente cuando él entra en escena.

Iago Aspas es capaz de levantar toda clase de sentimientos, transmite, llora y hace llorar. Incluso ex-célticos se rinden al "Todopoderoso" del Celta. En estos días hemos escuchado o leído toda clase de elogios por parte de jugadores que él mismo admiraba en su niñez. El admirador se volvió admiradísimo.

Catanha, gran goelador celeste en su día, alaba su grandeza, Cañizares le rinde honores, Michu nos recuerda que volvió y Sánchez se escandaliza con su calidad. Jorge Otero se echa a sus pies, su tocayo Bouzón lo identifica con su sentimiento y muchos ex-compañeros nos recuerdan que jugaron a su lado.
El mejor reconocimiento se lo hace Patxi Salinas, quien más que un monumento pide con urgencia un cambio en el himno, que aparezca en él un nombre que siempre se grabará en nuestro corazón: Iago Aspas. Hasta el mismísimo Mostovoi se declaró fan del moañés en su día.

Todo quedará en manos del club, ayuntamiento y un buen escultor. De momento, Iago ya cimienta esa estatua que nos recordará a todos su amor al Celta. Si por un servidor fuera, solicitaría su busto en Balaídos y monumentos en cada provincia gallega, pues es nuestro delantero "Made in Galicia", es nuestro Dios celeste.

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